No tendremos regla alguna a la manera en que la tienen los religiosos. La Caridad fraternal será nuestra norma de vida.
"...La comunidad 'filipina'...ambicionaba reproducir un clima de familia fervoroso y al mismo tiempo alegre, el ideal de la comunidad cristiana descrita en los hechos de los apóstoles. La Caridad fraternal era la regla esencial" [1] "Nullam ad religiosorum hominum consuetudinem propriam sibi regulam habuit": no tuvo ninguna regla propia al modo en que las tienen los religiosos. El texto original no afirma que no hubo reglas, sino solamente que las normas con las que la comunidad se regía, no eran como las de los religiosos." [2]
"Amar es amar perfectamente, porque quien no desea amar perfectamente no es cierto que ama, se ama así mismo, no a Dios, no está en él el verdadero amor a Dios, porque quien de verdad ama quiere darse a Dios y dar a Dios a todos, dar amor a todos: "El amor de Dios".[3]
Aun así, las casas y obras de la Asociación tendrán, para mantener un orden, algunas normas a la manera que cualquier familia las tiene, las cuales serán flexibles de acuerdo a cómo las circunstancias y el pleno crecimiento interior de sus miembros lo requieran .
"Él mismo (San Felipe Neri) se ocupó de que algunas normas directivas fueran establecidas." [4]
Todos los miembros estarán comprometidos con una constante y continua formación personal dentro del espíritu de caridad comunitaria.
Siendo la Verdad nuestro alimento primordial, se prestará particular cuidado a la formación y al estudio no especulativo sino vivencial, en la meditación y la contemplación de la Revelación: Las Sagradas Escrituras, la Tradición Apostólica, el Magisterio de la Iglesia, y la doctrina de los santos.
"Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad." [5]
Quien ora sin meditar no sabe orar, quien medita ora; orar es amar, pero debemos conocer a quien amamos y entender lo que conocemos; cuando Jesús dice que debemos "orar sin cesar", es lo mismo que decir que debemos amar sin cesar. Quien ama sin cesar ora, quien ora sin amar, no sabe orar. Cuanto más conocemos el Amor, mas amaremos al Amor y viviremos en una unión íntima --la más alta y sublime-- con Dios, unión que es perfecta oración, perfecto amor, plenitud de vida divina. Por eso da fruto, el fruto de la palabra del Reino, el fruto del Verbo anunciado, quien comprende el Verbo recibido [6], dándose así la transformación en aquél que recibimos. Así pues, nuestra vida interior no es otra que la del estudio íntimo del Verbo en vista a dar el fruto propio de lo que recibimos, es decir, nuestra transformación en Cristo [7], Sacerdote, Víctima y Altar. Solo siendo Jesús podemos dar a Jesús.
María, perfecta discípula de su Hijo, es nuestro perfecto modelo. Ser transformados en Cristo significa ser transformados en María. Respirar amor, es respirar a María, vivir a María, amar como Jesús amó, es amar como María amó; nuestra vida debe ser una emanación, un parto continuado de María; debemos aprender a pensar como María, hablar como María, reaccionar como María, caminar como María, comportarnos como María, sufrir como María, alegrarnos como María, creer, esperar, amar como María; ser perfectos como María es perfecta; ser uno con María y con María en Dios, como María es uno en Dios, como el Padre y el Hijo son uno.
Solo así podremos dar a conocer al mundo el Evangelio del Reino. "Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí." [8] "...Sucede a todo el que oye la palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino... Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la palabra y la entiende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta." [9] De igual forma, la Asociación prestará cuidado como parte esencial de su espíritu propio, al estudio de la Voluntad de Dios en la vida interior, sirviéndose también de los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta, y de las conferencias y ejercicios espirituales dictados por el Padre Coordinador y otros miembros de la Asociación.
Algunos miembros viven en casas de formación de la Asociación y lo hacen de acuerdo con las formas propias de estas casas (internos); otros viven en su propia forma de vida de acuerdo con su estado (externos), conforme al Espíritu de la Asociación.
"A los laicos pertenece por propia vocación buscar el Reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales...
Allí están llamados por Dios a cumplir su propio cometido, guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro a la santificación del mundo y de este modo descubran a Cristo a los demás, brillando, ante todo, con el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad." [10]
La diversidad de estas formas de vida debe enriquecer la unidad de un espíritu de formación y de crecimiento continuo. Todos regidos, sin embargo, por el espíritu de caridad, más que por una regla.
"La Iglesia santa, por voluntad divina, está ordenada y se rige con admirable variedad. 'Pues a la manera que en un solo cuerpo tenemos muchos miembros y todos los miembros no tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros' (Rom., 12,4-5)...
De este modo, en la diversidad, todos darán testimonio de la admirable unidad del Cuerpo de Cristo; pues la misma diversidad de gracias, servicios y funciones congrega en la unidad a los hijos de Dios, porque 'todas estas cosas son obras del único e idéntico Espíritu' (1 Cor., 12,11)" [11]
Por facilidad en el desplazamiento, los miembros externos llevan su vida de formación en sus hogares, participan de la liturgia de su parroquia y se reúnen con otros miembros vecinos para compartir momentos de meditación en los "Cenáculos de la Divina Voluntad" [12].
Además de las normales y cotidianas relaciones fraternales, en cuanto sea posible, todos los miembros internos y externos se reúnen una vez al mes para compartir momentos de meditación y oración en comunidad, en algún lugar que invite al recogimiento y la oración.
Fundamentados en una buena formación espiritual, en el discernimiento de la Voluntad de Dios y guiados al mismo tiempo por la obediencia, los miembros internos podrían adoptar diferentes modos de vida: celibato o matrimonio, siempre sometidos al orden de la moral católica y las directrices de la Asociación. El espíritu será siempre vivir la plenitud de la vida divina que nos fue dada en el Bautismo, no importando el modo de vida de cada cual, tendiendo, pero no necesariamente, a trabajar en las diferentes obras de la Asociación que en el momento existan.
"El apostolado de los laicos es la participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, a cuyo apostolado todos están llamados por el mismo Señor en razón del bautismo y de la confirmación." [13]
En las casas de la Asociación en las que se desarrolla una vida familiar sencilla de oración y de trabajo, al modelo de la casa de Nazaret, se procurará tener el Santísimo Sacramento expuesto, y así mismo se ofrecerán espacios para hacer experiencias comunitarias y retiros personales a los miembros externos de la Asociación y a quienes aspiren a serlo.
Cada casa de la comunidad podrá adoptar un especial modo de vida, de acuerdo con las condiciones que la Divina Providencia vaya manifestando. Lo importante es que estas casas podrán ser habitadas por toda clase de bautizados:
a) Personas solteras,
b) Familias,
c) En algunos casos especiales por sacerdotes diocesanos que deseen vivir en comunidad:
Sin dejar de ser sacerdotes diocesanos, dependientes y de común acuerdo con su obispo, pueden algunos sacerdotes adoptar el espíritu y carisma de la comunidad, y reunirse para vivir en común, sin dejar su ministerio pastoral, sabiendo que la vida común fortalece y anima el espíritu de santidad que el ministerio sacerdotal requiere.
De igual manera, también están vinculadas a la comunidad algunas obras desarrolladas por sus miembros, que tienen como finalidad expandir el Reino de Dios a través de su apostolado: Catequesis de niños, jóvenes y adultos; atención a niños de la calle, con problemas, desprotegidos o en alto riesgo; colegios, apostolado en hospitales, ancianatos, etc. Su vinculación, aunque es amplia y abierta, es principalmente en el campo espiritual: de dirección y de formación para el Reino de Dios.
"Los laicos congregados en el Pueblo de Dios y constituidos en un solo Cuerpo de Cristo bajo una sola Cabeza, cualesquiera que sean, están llamados, a fuer de miembros vivos, a procurar el crecimiento de la Iglesia y su perenne santificación con todas sus fuerzas, recibidas por beneficio del Creador y gracia del Redentor." [14]
[1] Historia
del Oratorio de San Felipe Neri (L'Oratorio di San
Filippo Neri)
[2] Idem (Instituta
1612)
[3] Homilías.
25 de Julio del 2002. Padre Pedro Rubio.
[4] Historia
del Oratorio de San Felipe Neri (L'Oratorio di San
Filippo Neri)
[5] Constitución
Dogmática "DEI VERBUM" número 9. Concilio Vaticano
II (sobre la Divina Revelación).
[6] "El
que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra
y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento,
otro sesenta, otro treinta." Mt 13,23
[7] Constitución
Dognática "LUMEN GENTIUM", número 26. Concilio Vaticano
II (sobre la Divina Revelación).
[8] Jn 17,
22-23
[9] Mt 13,
19,23
[10] Constitución
Dogmática "LUMEN GENTIUM" número 31. Concilio
Vaticano II (sobre la Iglesia)
[11] Constitución
Dogmática "LUMEN GENTIUM" número 32. Concilio
Vaticano II (sobre la Iglesia)
[12] Grupos
de oración de la Asociación que se reúnen, de acuerdo
con una guía determinada, con el propósito de compartir
algunas lecturas, reflexiones y oraciones propias de la
espiritualidad de la Divina Voluntad en un ambiente de
silencio y meditación.
[13] Constitución
Dogmática "LUMEN GENTIUM" número 33. Concilio
Vaticano II (sobre la Iglesia).
[14] Idem