Entre los que aprobaron la muerte de San Esteban había un joven llamado Saulo, de la secta de los Fariseos, natural de Tarso, Cilicia; educado en las escuelas de los Rabinos de Jerusalén, odiaba de muerte a los discípulos. Asolaba a la Iglesia, dicen los hechos apostólicos, penetraba en las casas, arrancando de ellas a hombres y mujeres para llevarlos a la cárcel.
Obtuvo cartas del príncipe de los sacerdotes para ir a Damasco, con poder de aprisionar a quienes fuesen cristianos. Ya cerca de la ciudad fue rodeado de una luz del cielo, y caído en tierra, oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, por qué me persigues?" "¿Quién eres?, Respondió él. Soy Jesús a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad; allí se te dirá lo que has de hacer".
Saulo se levantó y con los ojos abiertos nada veía. Sus compañeros le tomaron de la mano y le condujeron a Damasco, donde quedó tres días sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo de nombre Ananías a quien llamó el Señor para mandarle donde Saulo. Y como Ananías le contestaba: "Señor, he oído a muchos de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos de Jerusalén..." El Señor le repuso: "Ve, porque este es para mi un instrumento de elección, para que lleve mi nombre ante las naciones y los reyes y los hijos de Israel. Y le mostraré cuánto debe padecer por mi nombre". Fue Ananías, le impuso las manos a Saulo y le devolvió la vista.
Luego lo bautizó y pronto Saulo se dio a predicar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios.
Pasado algún tiempo, los Judíos resolvieron matar a Saulo, por lo que los discípulos le hicieron huir descolgado en una canasta por el muro, porque aquellos guardaban las puertas día y noche, para darle muerte. (Hechos Apostólicos, cap. 9)
Entretanto, Saulo se había retirado a las regiones próximas a Damasco, para recibir las revelaciones del Señor, según lo dice él en sus Epístolas. Al cabo de tres años subió a Jerusalén donde Bernabé, pariente suyo, le presentó a Pedro, con quien estuvo quince días. Enseguida volvió a Antioquía.
8 -Pablo, Apóstol de los Gentiles
Había en la Iglesia de Antioquía profetas y doctores. Mientras celebraban la Liturgia y guardaban los ayunos, dijo el Espíritu Santo: "Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los llamo". Entonces, después de orar y ayunar les impusieron las manos y los despidieron. Así San Pablo fue constituido Apóstol de los Gentiles. "El que obró en Pedro para el apostolado de la circuncisión obró también en mi para el de los gentiles", escribió más tarde el propio San Pablo a los Galatas.