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HISTORIA DE LA IGLESIA


1.5.4 Los Mártires: Número y Valor de su Testimonio

El número de los Mártires fue muy grande; aún lo atestiguan los autores antiguos, tanto cristianos como paganos, sin que se pueda dar una cifra precisa.

Historiadores como Tácito nos habla de una gran muchedumbre, al referirse a las víctimas de Nerón; Dion Casio, nos dice lo mismo al hablar de Domiciano. Clemente de Alejandría escribe que Septimio Severo derramó a torrentes la sangre de los cristianos y se creyó el llegado Anticristo. Lactancio llamó a Decio "un monstruo" y de la breve persecución de Valeriano, el mismo dice que hizo correr mucha sangre.

La persecución de Diocleciano asoló durante diez años al pueblo de Dios: ninguna guerra diezmó tanto a los pueblos, según testimonio de Sulpicio Severo.

Sin un verdadero milagro moral no se explican:

a) Ni este gran número de mártires de toda edad y condición, ancianos, doncellas, niños a quienes una muerte cruel no podía menos que horrorizar.

b) Ni su heroica constancia en presencia de horribles suplicios, como ser atormentados en el potro, rasgados con uñas de hierro, quemados a fuego lento, desollados, crucificados.

e) Ni su invicta fortaleza sin que una queja saliera de sus labios y con la circunstancia de que les bastaba una sola palabra, quemar un grano de incienso en el Pebetero (utensilio que sirve para quemar perfumes, usado para quemar incienso a los ídolos) para verse libres de tanto tormento.

d) Ni esa libertad de palabra que usaron los mártires para con sus perseguidores. "Consiento en contestarte, dice San Policarpo a su juez, porque nuestra Ley nos enseña a honrar a las autoridades puestas por Dios para gobernar".

"Sacrifica o muere, dice un procónsul al obispo San Acacio. Y el obispo: "También dicen los ladrones de Dalmacia: la bolsa o la vida".

Aquel milagro moral, lo obraba Dios en prueba de la divinidad de su Iglesia.