Pocas eran las fiestas: el Domingo, en sustitución del sábado judío; Pascua de Resurrección y de pentecostés la Epifanía del Señor. Ya a principios del siglo IV, la Natividad del Señor era fiesta distinta de la Epifanía.
Cada Iglesia honraba a sus mártires principales en el aniversario de su muerte.
Los ayunos eran dos veces por semana, los miércoles y viernes; también ayunaban en la semana anterior a la Pascua de Resurrección; la Cuaresma no aparece antes del Concilio de Nicea, en 325.