En el siglo IV, es donde se dio comienzo a la Vida Monástica, principalmente en Egipto y Palestina. Desde el comienzo del cristianismo algunos hombres muy religiosos que por medio de la soledad, penitencia y oración, buscaban llegar a un grado mas de perfección y unión con Dios.
Luego de la persecución de Decio muchos cristianos se refugiaron en el desierto de Tebaida en Egipto, practicaban una vida de soledad, silencio y sin ninguna regla en común, a ellos se les llama Anacoretas o Solitarios. Los mas celebres fueron San Pablo de Tebas y San Antonio Abad. Este último es llamado El Padre de los Monjes, se retiró al desierto después de haber repartido sus bienes entre los pobres.
De la vida Anacoreta o Solitaria se siguió el paso a La vida cenobita o comunitaria, es decir, una vida común bajo la autoridad de un superior, y fue San Pacomio, pagano convertido, quien fundó Tabbena, primer monasterio en el cual los monjes practicaban una misma regla. San Basilio, padre de la Iglesia, fue quien propagó la vida monástica en el oriente y redactó nuevas reglas que fueron adoptadas por todos los monasterios griegos: la principal la obediencia al superior.
La vida monástica pasa del oriente al occidente por medio de San Atanasio. Sus principales propagadores en Italia, Africa y Galia fueron algunos Padres de la Iglesia como San Ambrosio, San Agustín, San Hilario y San Martín de Tours. San Honorato que fue obispo de Arles, edifico en el año 410, en una isla de Lerines, un célebre monasterio del cual salieron numerosos Obispos.
Finalmente la causa del monaquismo se vio perjudicada por algunas exageraciones en el occidente; y para acabar con esto, San Benito Abad fundó en Montecasino la orden y la regla benedictina, cuyo lema es "Ora et Labora" (ora y trabaja). El Gran difusor de esta regla fue el Papa San Gregorio Magno la cual fue adoptada casi en todos los monasterios del occidente.
Los Benedictinos llenan la Historia de la primera época de la edad media, fueron los misioneros que evangelizaron a los bárbaros, fueron los educadores de Europa, sus escuelas, fueron modelos de cultura intelectual y mientras que algunos se consagraron a la trascripción de manuscritos o composición de libros piadosos y crónicas de la historia, otros se consagraron a la creación de aldeas agrícolas y a la construcción de represas y canales de riego. Estos monjes llegaron a ser los maestros de la agricultura, la industria y la ciencia.