« Vivir en la Divina Voluntad significa
vivir inseparablemente de Dios, no hacer nada por sí mismo,
porque ante la Divina Voluntad el alma se siente incapaz de
todo. No pide órdenes, ni las recibe, porque se siente incapaz
de ir sola; y dice: "Si quieres que haga, hagámoslo juntos,
y si quieres que vaya, vayamos juntos."
Así que hace todo lo que hace el Padre: si el Padre piensa,
hace suyos los pensamientos del Padre y no tiene ningún pensamiento
de más de los que tiene el Padre. Si el Padre mira, si habla,
si obra, si camina, si sufre, si ama, también ella mira lo que
mira el Padre, repite las palabras del Padre, obra en las manos
del Padre, ama con el amor del Padre, y vive no fuera sino dentro
del Padre; así que es el reflejo y el retrato del Padre. Lo
que no sucede con quien vive solamente resignado; es imposible
hallar a esta alma sin el Padre y tampoco al Padre sin ella;
y no sólo externamente, sino que todo su interior se ve como
entretejido con el interior del Padre, transformado, fundido
en Dios.
¡Oh, qué rápido y sublime es el vuelo inmenso de esta alma
en la Divina Voluntad del Padre Celestial! En cada instante
circula en todo, le da la vida a todo; y el alma, difundiéndose
en esta inmensidad, vuela hacia todos, ama a todos, ayuda a
todos, con ese mismo amor con el que Jesús mismo ayuda y ama
a todos; lo que no puede hacer el alma que vive sólo resignada.
Así que a quien vive en la Divina Voluntad le resulta imposible
obrar solo; es más, siente náusea de su modo de obrar humano,
aunque sea santo; porque en la Divina Voluntad todas las cosas,
hasta las más pequeñas, toman otro aspecto; adquieren nobleza,
esplendor, santidad divina, potencia y belleza divinas, se multiplican
al infinito y en un instante hacen todo; y después de haber
hecho todo dice: "Yo no he hecho nada, lo ha hecho Jesús, y
éste es todo mi gozo, que a pesar de lo miserable que soy, Jesús
me ha dado el honor de tenerme en la Divina Voluntad para hacerme
hacer lo que él ha hecho."
De manera que el enemigo no puede molestar a esta alma de si
ha hecho bien o mal, poco o mucho, porque todo lo ha hecho Jesús
y ella junto con Jesús.
Es la más pacífica, no está sujeta a ansiedad alguna, no ama
a nadie y ama a todos, pero en modo divino; y se puede decir
que es la repetidora de la vida de Jesús, el órgano de su voz,
el latido de su Corazón, el mar de sus gracias.
¡Oh, cómo quiero darles a conocer a todos que la verdadera
santidad está en hacer mi Voluntad y vivir en el Querer Divino! »
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