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VOLUMENES: El título que Jesús quiere que se de a los volúmenes de Luisa Piccarreta. Vol. XIX, 27 de Agosto de 1926, Luisa Piccarreta


 « Mi siempre amable Jesús me hacía ver al Rvdo. Padre que se debe ocupar de la publicación de los escritos sobre la adorable Voluntad de Dios, y Jesús, poniéndose a su lado, le decía: "Hijo mío, el título que le darás al libro que publicarás sobre mi Voluntad será este:

El Reino del Fiat Divino

en medio de las criaturas

Libro de Cielo

La llamada a la criatura para que regrese al orden,
a su puesto y a la finalidad para la cual fue creada por Dios.
»

         

PLAN DIVINO: La primera finalidad de Dios en la creación era hacer del hombre una imagen de la Trinidad Divina.

Vol. XIX,  20 de Junio de 1926, , Luisa Piccarreta


« El Reino de mi Voluntad en el alma de la criatura fue mi ideal en la creación; mi primera finalidad era hacer del hombre una imagen de la Trinidad Divina, en virtud del cumplimiento de mi Voluntad Suprema en él. Pero al separarse de ella el hombre, yo perdí mi Reino en él, y durante seis mil años he debido sostener una larga batalla; sin embargo, por más que haya sido larga, no he abandonado mi ideal ni mi primera finalidad, ni renunciaré a ella. Y si vine a la tierra a cumplir la Redención, fue para realizar el Reino de mi Voluntad en las almas... Cuando yo vine, puse los cimientos, hice los preparativos; pero la batalla sangrienta entre la voluntad humana y la Divina continúa todavía. »

   

SANTIDAD: Dios hará aparecer de nuevo la Santidad de vivir en su Voluntad.

Vol. XII, 20 de Noviembre de 1917, Luisa Piccarreta


« ¡Oh, qué formidable es vivir en mi Voluntad! Me gusta tanto que haré desaparecer todas las otras santidades, bajo cualquier aspecto de virtud, en las generaciones futuras, y haré aparecer de nuevo la santidad del vivir en mi Voluntad, que son y serán no santidades humanas, sino divinas; y su santidad será tan alta, que como soles eclipsarán las estrellas más bellas de los santos de las generaciones pasadas. Por eso quiero purificar la tierra, porque es indigna de estos portentos de santidad. »

   

SANTIDAD: Hubo el santo que inició la santidad de los penitentes, otro que inició la santidad de la obediencia, otro de la humildad; y así de todas las demás santidades. Ahora bien, Luisa es el inicio de la santidad del vivir en la Divina Voluntad.

Vol. XII, 27 de Noviembre de 1917, Luisa Piccarreta


Después de haber escrito lo anterior del día 20 de Noviembre acerca de su Voluntad, mi dulce Jesús, disgustándose conmigo me ha dicho:

« Hija mía, no has dicho todo; quiero que no descuides nada de lo que escribes cuando te hablo de mi Voluntad; hasta las más pequeñas cosas servirán todas para bien de los que vienen. Todas las santidades han existido siempre, los primeros santos dieron inicio a una especie de santidad. Así que hubo el santo que inició la santidad de los penitentes, otro que inició la santidad de la obediencia, otro de la humildad; y así de todas las demás santidades. Ahora bien, el inicio de la santidad del vivir en mi Voluntad quiero que seas tú... »

     

REINO DE DIOS: Estará formado y cimentado sobre las Verdades. 

Vol. XXXVI, 13 de Noviembre de 1938, Luisa Piccarreta


« Ahora bien, has de saber que el Reino de mi Voluntad estará formado y cimentado sobre las verdades que he manifestado. Cuantas más verdades manifiesto, tanto más suntuoso, bello, majestuoso y más sobreabundante de bienes y alegrías será este Reino; mis verdades formarán el gobierno, las leyes, el alimento, el ejército aguerrido, la defensa y la vida misma de quien viva en él. »

   

PLAN DIVINO: Anhelos de Jesús.

Varios Volúmenes, Luisa Piccarreta


« ¡Estoy ahogándome de amor! ¡Vengo a traerte el Don más grande: vengo a enseñarte a vivir en mi Voluntad! »

« El hombre en el Edén, al rebelarse, rompió los vínculos que unían a la Voluntad Suprema de su Creador con la suya, se despojó de las regias vestiduras de mi Voluntad, y se vistió con los miserables harapos de la suya, débil, inconstante, incapaz de hacer ningún bien. Sin embargo, mi Divina Voluntad era para él un dulce encanto que lo tenía absorto en su luz purísima, que no lo dejaba conocer nada más que a su Dios, de quien procedía y que no le daba más que continua felicidad sin medida. ¡Oh, cómo era feliz el hombre, no pensando para nada en sí mismo, y cómo se complacía la divinidad, dándole tantos tesoros divinos...! »

« Yo amo tanto al hombre como a mí mismo; queriendo formar en su corazón la sede de mi Voluntad, quiero infundirle mi misma divinidad... »

   

SANTIDAD: ¡Oh, cómo quiero darles a conocer a todos que la verdadera santidad está en hacer mi Voluntad y vivir en el Querer Divino!

Vol. XII, 14 de Agosto de 1917, Luisa Piccarreta


« Vivir en la Divina Voluntad significa vivir inseparablemente de Dios, no hacer nada por sí mismo, porque ante la Divina Voluntad el alma se siente incapaz de todo. No pide órdenes, ni las recibe, porque se siente incapaz de ir sola; y dice: "Si quieres que haga, hagámoslo juntos, y si quieres que vaya, vayamos juntos."

Así que hace todo lo que hace el Padre: si el Padre piensa, hace suyos los pensamientos del Padre y no tiene ningún pensamiento de más de los que tiene el Padre. Si el Padre mira, si habla, si obra, si camina, si sufre, si ama, también ella mira lo que mira el Padre, repite las palabras del Padre, obra en las manos del Padre, ama con el amor del Padre, y vive no fuera sino dentro del Padre; así que es el reflejo y el retrato del Padre. Lo que no sucede con quien vive solamente resignado; es imposible hallar a esta alma sin el Padre y tampoco al Padre sin ella; y no sólo externamente, sino que todo su interior se ve como entretejido con el interior del Padre, transformado, fundido en Dios.

¡Oh, qué rápido y sublime es el vuelo inmenso de esta alma en la Divina Voluntad del Padre Celestial! En cada instante circula en todo, le da la vida a todo; y el alma, difundiéndose en esta inmensidad, vuela hacia todos, ama a todos, ayuda a todos, con ese mismo amor con el que Jesús mismo ayuda y ama a todos; lo que no puede hacer el alma que vive sólo resignada.

Así que a quien vive en la Divina Voluntad le resulta imposible obrar solo; es más, siente náusea de su modo de obrar humano, aunque sea santo; porque en la Divina Voluntad todas las cosas, hasta las más pequeñas, toman otro aspecto; adquieren nobleza, esplendor, santidad divina, potencia y belleza divinas, se multiplican al infinito y en un instante hacen todo; y después de haber hecho todo dice: "Yo no he hecho nada, lo ha hecho Jesús, y éste es todo mi gozo, que a pesar de lo miserable que soy, Jesús me ha dado el honor de tenerme en la Divina Voluntad para hacerme hacer lo que él ha hecho."

De manera que el enemigo no puede molestar a esta alma de si ha hecho bien o mal, poco o mucho, porque todo lo ha hecho Jesús y ella junto con Jesús.

Es la más pacífica, no está sujeta a ansiedad alguna, no ama a nadie y ama a todos, pero en modo divino; y se puede decir que es la repetidora de la vida de Jesús, el órgano de su voz, el latido de su Corazón, el mar de sus gracias.

¡Oh, cómo quiero darles a conocer a todos que la verdadera santidad está en hacer mi Voluntad y vivir en el Querer Divino! »

   

DON DIVINO: Este vivir en mi Voluntad es el Don que les quiero dar a las criaturas en estos tiempos tan tristes: quiero que no solamente hagan mi Voluntad, sino que la posean. 

Vol. XVII, 18 de Septiembre de 1924, Luisa Piccarreta


« Vivir en mi Voluntad es reinar en ella y con ella; mientras que hacer mi Voluntad es estar a mis órdenes. El primer estado es poseer; el segundo es recibir disposiciones y ejecutar órdenes. Vivir en mi Voluntad es tomar posesión de mi Voluntad como cosa propia, es disponer de ella; hacer mi Voluntad es tenerla en cuenta como Voluntad de Dios, no como cosa propia, ni poder disponer de ella como uno quiera. Vivir en mi Voluntad es vivir con una sola Voluntad, es decir, la de Dios; hacerla, es vivir con dos voluntades, de modo que cuando doy orden de ejecutar la mía, las criaturas sienten el peso de su propia voluntad que quiere oponerse; y a pesar de que siguen con fidelidad las órdenes de mi Voluntad, sienten el peso de su naturaleza rebelde, de sus pasiones e inclinaciones.

Vivir en mi Voluntad es el modo de vivir que más se acerca al de los bienaventurados del cielo; y es tanta la diferencia que hay entre quien vive en mi Voluntad y quien simplemente está conformado a ella y que la hace siguiendo fielmente sus órdenes, como lejano está el cielo de la tierra, cuanta distancia hay entre un hijo y un siervo, entre un súbdito y un rey.

Este vivir en mi Voluntad es el Don que les quiero dar a las criaturas en estos tiempos tan tristes: quiero que no solamente hagan mi Voluntad, sino que la posean. »

   

DON DIVINO: Para recibirlo son necesarias las disposiciones, el conocimiento del Don, la estima y el aprecio, y el amar el Don mismo.

Vol. XVIII, 25 de Diciembre de 1925, Luisa Piccarreta


Estaba pensando: « De manera que vivir en la Voluntad de Dios es poseer la Voluntad de Dios, lo cual es un Don; por lo tanto, si la bondad de Dios no se complace en darlo, ¿que puede hacer la pobre criatura? »

En ese momento mi amable Jesús se ha movido en mi interior, como estrechándome totalmente a él, y me ha dicho: "Hija mía, es cierto que vivir en mi Voluntad es un Don, y es poseer el Don más grande; pero este Don que contiene valor infinito, no se le da sino a quien está dispuesto, a quien no lo va a desperdiciar, a quien debe estimarlo tanto y amarlo más que a su propia vida; es más, debe estar dispuesto a sacrificar la propia vida, para hacer que este Don de la Divina Voluntad tenga la supremacía sobre todo y sea tomado en cuenta más que su misma vida; es más su propia vida es nada en comparación con ella.

Por eso, primero quiero ver al alma que verdaderamente quiere hacer mi Voluntad y jamás la suya, dispuesta a cualquier sacrificio para hacer la mía; en todo lo que haga pedirme siempre, incluso como prestado, el Don de mi Voluntad. Y entonces, cuando veo que no hace nada, sino con el préstamo de mi Voluntad, se lo doy como Don, porque pidiéndolo una y otra vez, ha formado en su alma el vacío en donde poder poner este Don celestial; y habiéndose acostumbrado a vivir con el préstamo de este alimento divino, ha perdido el gusto de su propia voluntad y su paladar se ha ennoblecido y ya no se adaptará a los viles alimentos del propio yo; así que viéndose en posesión de ese Don que ella tanto suspiraba, anhelaba y amaba, vivirá de la vida de ese Don, lo amará y lo estimará como merece.

¿No condenarías tú a un hombre, que lleno de afecto hacia un niño, sólo para que estuviera un poco cerca de él para divertirse le da un billete de a mil, y el niño no conociendo el valor, después de pocos minutos lo rompe en mil pedazos?

Pero si en cambio primero hace que lo desee, después le da a conocer el valor, y luego el bien que puede hacer ese billete de a mil, y finalmente se lo entrega, ese niño no lo hará pedazos, sino que irá a guardarlo bajo llave, apreciando el don y amando más al donador, y tú alabarías a aquel hombre que tuvo la habilidad de darle a conocer el valor del billete al niño.

Si eso hace el hombre, mucho más aún yo que doy mis dones con sabiduría y con justicia, y con verdadero amor.

Es por eso que son necesarias las disposiciones, el conocimiento del Don, la estima y el aprecio, y el amar el Don mismo.

Por eso, como mensajero del Don de mi Voluntad que quiero darle a la criatura, doy el conocimiento de ella. El conocimiento prepara el camino; el conocimiento es como el contrato que quiero hacer del Don que quiero dar; y cuanto mayor conocimiento infundo en el alma, tanto más la incito a que desee el Don y a que insista al Divino Notario a que ponga la última firma como confirmación de que el Don es ya suyo y que lo posee.

De manera que la señal de que quiero dar este Don de mi Voluntad en estos tiempos es el conocimiento del mismo. Por consiguiente sé atenta y no dejes escapar nada de lo que te manifiesto acerca de mi Voluntad, si quieres que yo ponga la última firma del Don que suspiro por dar a las criaturas... »

   

VOLUMENES: La doctrina sobre de la Divina Voluntad es la más pura, la más bella, no sujeta a sombra alguna de cosa material o de interés alguno, tanto en el orden natural como en el orden sobrenatural.

Vol. XVI, 10 de Noviembre de 1923, Luisa Piccarreta


« En mi omnisciencia veo que estos escritos serán para mi Iglesia como un nuevo sol que surgirá en medio de ella; y atraídos por su luz resplandeciente, se esforzarán por transformarse en esta luz y quedarán espiritualizados y divinizados, por lo cual, renovándose la Iglesia, transformarán la faz de la tierra.

La doctrina sobre mi Voluntad es la más pura, la más bella, no sujeta a sombra alguna de cosa material o de interés alguno, tanto en el orden natural como en el orden sobrenatural; por eso, a manera de sol, será la más penetrante, la más fecunda y la mejor bienvenida y acogida. Y como es luz, por sí misma se hará comprender y se abrirá camino. No estará sujeta a dudas o a sospechas de error; y si alguna palabra no se llegara a comprender, será por la demasiada luz, que eclipsando a la inteligencia humana, no podrán comprender toda la plenitud de la verdad, pero no encontrarán ni una sola palabra que no sea verdad; a lo más, no podrán comprenderla del todo.

Por eso, en vista del bien tan grande que veo, te insisto que no dejes de escribir nada. Una frase, un efecto, una similitud sobre mi Voluntad, puede ser como un rocío benéfico sobre las almas, como es benéfico el rocío para las plantas después de largos meses de sequía. Tú no puedes comprender todo el bien, la luz, la fuerza que hay dentro de una sola palabra; pero tu Jesús lo sabe, y sabe a quien le ha de servir y el bien que debe hacer. »