Febrero
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Presentación del Señor al templo
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Santos Pedro Bautista, Pablo Miki y compañeros mártires
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San Flaviano de Constantinopla
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Aclaraciones * Mientras no se indique algo diferente, las narraciones de los Santos, han sido tomadas de la 4ta edición del "Año Cristiano" de Fray Justo Pérez de Urbel, publicada en 1951. (Ediciones FAX. Madrid, España) * Los santos canonizados en años posteriores, se tomarán de otras fuentes, y se irán añadiendo progresivamente al Santoral. Derechos Si alguien, reclamando los derechos legales de esta obra, o de las imágenes aquí utilizadas, desea que se suspenda su publicación, por favor diríjase a Correo HDV. |
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SANTA INÉS
Virgen y mártir († 305) Patrona de la castidad y adolescentes
Memoria libre 21 de enero
Era en los últimos meses del año 304. En Roma, la golfería ociosa y fanática rodeaba al emperador de ruidosas aclamaciones que le hacían olvidar las maldiciones de las provincias. En el gran circo hubo corridas de carros en honor de Ceres. Vencidos los azules, contra los cuales apostaba Maximiano Hércules, estalló el entusiasmo popular en gritos y aclamaciones rítmicas, a las que el emperador respondía sonriendo feliz y agitando frenéticamente las manos. Después la turba clamó doce veces: «Vence, Augusto; pero acaba con los cristianos. Es el gusto del pueblo, no queremos cristianos.» Unos días después Maximiano sometía a la aprobación de los padres conscriptos el siguiente decreto: «Doy mi permiso para que dondequiera que haya cristianos sean arrestados por el prefecto de la ciudad o por sus subalternos y obligados a sacrificar a los dioses.» Así empezó en Occidente la persecución que Galerio había impuesto en Oriente a la debilidad de Diocleciano.
Anuncia luego el juez un suplicio más terrible para una virgen cristiana. «Si es fácil—dice—vencer el dolor y despreciar la muerte, hay algo más precioso para el pudor de una doncella. Voy a llevar a esta muchacha a un lupanar público; si no se refugia junto al altar y pide la protección de Minerva, la virgen a quien ella se empeña en despreciar, toda la juventud se acercará a ella para hacerla esclava de sus caprichos.» Inés responde serenamente: «Haz lo que quieras; pero te prevengo que Cristo no se olvida de los suyos; está con los que aman la pureza, y no permitirá que sea profanado el tesoro de su santa integridad. Hundirás el hierro impío en mi pecho, pero no mancharás mis miembros con el pecado.» Dios hizo el prodigio que esperaba la fe. Bajo las arcadas del estadio de Alejandro Severo había una casa de prostitución. Allí fue expuesta la niña al fuego criminal de la lujuria; pero el lugar quedó santificado por la virtud de Dios, y sobre aquel mismo solar, frente a lo que es hoy la plaza Navona, se alza hasta nuestros días la iglesia de Santa Inés. San Dámaso cuenta que los cabellos, extendidos a lo largo del cuerpo, cubrieron los miembros desnudos de la virgen; Prudencio añade que sólo un joven se atrevió a mirarla con ojos impuros, y ya se disponía a acercarse a ella, cuando un pájaro de fuego bajó sobre él como un relámpago. Cegado por la luz, cayó palpitante en el polvo, de donde sus compañeros le levantaron exánime. El hecho causó profunda impresión; la multitud miraba a la joven con un terror sagrado, pero los jueces exigieron el cumplimiento de la ley, condenando a Inés a morir por la espada. «Miradla—dice San Ambrosio—; está de pie, firme y serena; reza con la cabeza inclinada. Tiembla el brazo del verdugo, su rostro palidece; la virgen, entretanto, aguarda valerosamente.» El hierro cae: «un solo golpe basta para tronchar la cabeza, y la muerte llega antes que el dolor».
Los siglos se transmiten unos a otros esta veneración entusiasta. De la poesía y la leyenda, la figura de la Virgen pasa al arte. En tiempo de Carlomagno, la representan los mosaicos romanos vestida de una amplia túnica y coronada a la manera bizantina. La escultura gótica empieza ya a poner a sus pies el cordero simbólico, que recuerda su nombre y su virginidad. Los artistas del Renacimiento nos ofrecen su imagen aureolada de gloria, inflamada en ardor de santidad, envuelta en arreboles de gracia y de belleza. ¿Cómo olvidar la Inés de Carlos Dolci, cuya dulce hermosura atrae con encanto irresistible? Blancura de lirio en las facciones; cuello alabastrino como varal de azucena; ojos claros, con reflejos que parecen un anticipo de la eterna luz; frente límpida, como un cristal blandamente acariciado por un alba misteriosa; cabellera abundante, recogida tras de las orejas, finas como pétalos de rosa; la figura entera, bañada de inefable poesía. Así debía de ser aquella heroína, que, a pesar suyo, era amada por los ojos de la carne. |
ASanta Adelaida de Italia (Dic) Adoración de los Santos Reyes (Ene) Santa Agape y Santa Quionia (Abr) San Agustín de Cantorbery (May) San Alejandro, el Carbonero (Ago) San Alfonso María de Ligorio (Ago) Santos Angeles custodios (Oct) San Aníbal María Di Francia (Jun) San Anselmo de Canterbury (Abr) San Antimo y compañeros mártires (Abr) San Antonio María Claret (Oct) Anunciación de la Santísima Virgen (Mar) Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael (Sep) La Asunción de nuestra Señora (Ago) «»
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